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Ni reemplazo ni amenaza: la IA como aliada del docente

La universidad del siglo XXI camina por un camino que abre nuevas posibilidades. Al igual que la teoría de los múltiples mundos en la mecánica cuántica, la educación superior está viviendo un momento clave, donde no solo se trata de adaptar tecnologías, sino de repensar por completo qué significa enseñar y aprender.

 

Este fue el hilo conductor de la cátedra “IA, las nuevas bifurcaciones en la docencia universitaria”, impartida por el Dr. Armando Euseda. Más que dar datos o definiciones, nos invitó a reflexionar como comunidad universitaria frente al vértigo de esta nueva era, la era de la Inteligencia Artificial.

 

Euseda plantea que estamos en un momento histórico decisivo. No es solo una moda o novedad, sino que tecnologías como los modelos de lenguaje (ChatGPT, Gemini, Claude, entre otros) han provocado una ruptura de paradigma en las aulas. Lo que antes llamábamos “educación normal” , el docente con su pizarrón, su clase magistral y un currículum lineal, se tambalea frente a un presente donde la IA no sólo responde, sino que propone, redacta, diseña e incluso acompaña.

 

¿Significa esto que el docente está en riesgo de desaparecer? No, para nada. En esta plática se destacó una idea alentadora, la capacidad del cerebro humano para hacer crítica, para sentir, para actuar con ética y creatividad, sigue siendo insustituible. El reto, entonces, no es competir con la inteligencia artificial, sino aprender a enseñar con ella.

 

Se habló del “cerebro de carbono”, es decir, nosotros frente al “cerebro de silicio” (las máquinas) y, lejos de verlos como enemigos, se nos invitó a entenderlos como complementarios, como el símbolo del yin y el yang, que nos recuerda que uno no existe sin el otro. La pregunta que quedó en el aire fue inquietante, ¿estamos educando para un mundo que ya no existe?

 

Durante la cátedra se resaltó la idea de que cada estudiante pueda aprender a su ritmo y según sus necesidades. Hace tiempo, un experto llamado Benjamin Bloom mostró que cuando un alumno recibe atención personalizada, como en una tutoría uno a uno, su aprendizaje mejora mucho.

 

Pero claro, eso no es fácil de lograr con grupos grandes. Ahora, con la inteligencia artificial, eso ya no suena tan imposible; podríamos tener tutores digitales para cada estudiante. Esto más que una amenaza es una gran oportunidad y todo dependerá de cómo la usemos, del tipo de diálogo que los docentes mantengan con sus alumnos y, sobre todo, de no olvidar que lo más valioso en la educación sigue siendo lo humano.

 

También se destacó que la experiencia del maestro es insustituible. Porque la IA no tiene contexto, no conoce la realidad de los estudiantes, no sabe sus historias, sus dificultades, sus logros ni la fuerza que implica estudiar en una universidad pública del sureste mexicano. La IA puede ampliar nuestra mente, sí, pero no puede reemplazar el alma del aula.

 

Al final, el doctor Francisco Cervantes Pérez, a quien se dedica la "Cátedra Universitaria de Inteligencia Artificial Plus", fue aún más allá. Habló de robotización, de la singularidad, de implantes, del “computronium” y de un futuro posible donde lo humano y lo artificial se fusionen. Pero su mensaje fue claro “la tecnología debe estar al servicio del bienestar colectivo, no solo del lucro”. La filosofía, la ética y las ciencias sociales tienen que acompañar este cambio, porque redefinir lo humano ya no es una posibilidad, es una urgencia.

 

Así que, en resumen, esta charla nos ayuda a entender mejor cómo está cambiando la forma en que aprendemos y enseñamos. El objetivo sigue siendo el mismo, formar personas con pensamiento crítico. Lo que cambia es que ahora contamos con nuevas herramientas, como la tecnología, para hacerlo de manera más dinámica y actual. Esto no significa que la labor docente termine, al contrario, se abre una nueva etapa, más moderna y acorde con los tiempos que vivimos.

 

Texto: María del Carmen Nucamendi Estrada

Imagen: IA